Para poder describir
nuevos objetos y situaciones los seres humanos crean constantemente
nuevas expresiones y nuevos enunciados mediante la manipulación de
los recursos lingüísticos de los que disponen. Esta propiedad
designada como productividad, creatividad (Chomsky) o carácter
abierto nos permite transmitir nuevas experiencias a nuestros
receptores. El número de enunciados en cualquier lengua humana es
infinito. Por el contrario, la comunicación animal no posee este
tipo de flexibilidad: los animales no pueden producir señales nuevas
y son incapaces de modificar su sistema de comunicación para crear
un mensaje nuevo. Esta característica limitante inherente a la
comunicación animal es lo que se denomina referencia fija. La abeja
obrera, que normalmente es capaz de comunicar el lugar donde se
encuentra el néctar, no podrá hacerlo si dicho lugar es realmente
nuevo.
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