jueves, 25 de abril de 2013

Transmisión cultural

Heredamos rasgos físicos de nuestros padres, pero no la lengua que hablamos. Es decir, todo el mundo adquiere una lengua en el contexto de una cultura determinada de una forma que no tiene nada que ver con los genes familiares. Pongamos un ejemplo: un niño nacido de padres coreanos, que sea adoptado y criado por hablantes de inglés americano, manifestará determinadas características físicas heredadas de sus padres biológicos, pero inevitablemente hablará ingles. Así pues, resulta evidente que los seres humanos nacen con una predisposición innata para adquirir el lenguaje, es decir, todos los niños nacen con la posibilidad de desarrollar el lenguaje, pero para que esa capacidad llegue a desarrollarse es necesario que se produzca la transmisión de una generación a otra, fundamentalmente, por medio de un proceso de enseñanza y aprendizaje. Este proceso se ha denominado transmisión cultural. La mejor prueba de esta característica nos la ofrecen los niños que se crían aislados del resto de los seres humanos, pues normalmente no desarrollan el lenguaje o lo hacen de un modo rudimentario. En el caso de la comunicación animal, los individuos nacen dotados de un juego de señales específicas que se generan de forma instintiva. En algunas especies de pájaros existen evidencias de que el instinto se combina con el aprendizaje para producir el canto correcto. Si estos pájaros pasan sus primeras siete semanas de vida sin oír a sus congéneres, producirán de forma instintiva cantos o llamadas, aunque estos serán de alguna manera anormales. En cambio, si los niños humanos crecen aislados, no producen ninguna lengua de manera instintiva. Por tanto, los animales no aprenden el sistema de comunicación como lo hacen los seres humanos, pues en ellos ese sistema es completamente innato e instintivo

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